09/Aug/2018 MEXIQUE

« ME FORMER »

Au mois de juillet à Mexico, le programme « ME FORMER » s’est terminé; il s’agit de la dixième édition d’une démarche de formation mariste qui compte déjà 16 ans d’existence dans les Provinces du Mexique Central et Occidental.

Son objectif est d’amener le participant à s’abreuver aux sources qui sont à l’origine de l’Institut Mariste, comme la biographie et les lettres du Père Champagnat, la vie des premiers frères, son charisme, sa spiritualité, sa mission et sa vie communautaire, de même que les documents de la vie et de la mission des maristes de Champagnat.

À son origine, en 2002, le cours se donnait en une seule session. Actuellement, il couvre deux étés consécutifs.

L’expérience est planifiée et réalisée avec la participation d’une communauté de référence formée de frères et de laïcs qui partagent leur enthousiasme de se reconnaître maristes de Champagnat dans un projet de formation continue, avec un caractère interprovincial.

Ci-après, on peut voir, en espagnol, quelques témoignages de participants de la dixième édition de « ME FORMER ».

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“Por medio de la presente, la décima experiencia de vida de la Formación Marista México (FORMARME) agradece el apoyo brindado para participar en este encuentro, y externa su sentir respecto a éste.

FORMARME busca que su participante profundice -o bien, conozca- la misión y el carisma maristas de los cuales forma parte esencial, de tal manera que pueda encontrar su vocación al hacerlos suyos, para posteriormente reproducirlos y compartirlos a todos los integrantes de las instituciones en las cuales labora, asumiéndose a sí mismo como un Marista de Champagnat.

Para lograr esto, FORMARME se despliega como un semillero integral del carisma y la espiritualidad: por un lado, es un espacio de enriquecimiento personal, que impacta y transforma la vida, visión, labor y profesión de los laicos mediante vivencias que invitan al acercamiento, compromiso, congruencia, conversión y convicción en el amor de Dios y su Reino, a través del mensaje de Jesucristo, nuestra Buena Madre y San Marcelino Champagnat.

Por otro lado, es un espacio común donde se escucha sin juzgar; donde se confrontan dudas, miedos y dolores, tanto personales como colectivos, que surgen de los problemas contemporáneos que nos interpelan y de las inseguridades personales, como el dolor y la culpa. La espiritualidad se vive de manera personal e intransferible, pero se puede compartir a través de acciones de amor evangélico, las cuales reavivan la fe y dan luz de esperanza al mundo en que vivimos. Al hacernos conscientes de nuestra condición humana mediante la atención del interior y del exterior, encontramos el amor divino que no abandona, que llega a lo que parece inalcanzable y abre el camino hacia la santidad y la renovación.

El mundo de hoy, ensombrecido por la desigualdad, muestra la urgencia de una misión marista compartida, que vincule, de manera firme y amorosa, a hermanos y laicos hacia el mismo objetivo evangélico: dar a conocer a Jesús y hacerlo amar, tal y como deseaba Champagnat. Esta misión nos llama al encuentro de los niños y jóvenes de las periferias geográficas y existenciales, a través una educación y acompañamiento basados en el amor cristiano, siendo testimonio de éste con el prójimo y en el trabajo, mediante la sencillez, humildad y modestia en nuestras vidas. La manera particular de llevar a cabo esta meta de evangelización se encuentra en el carisma, que es el corazón de la labor marista: seguir a Jesús al estilo de María.”

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